sábado, 14 de febrero de 2009

El que se va sin que lo echen...



... vuelve sin que lo llamen.

Otro dicho, parece que estoy muy dicharachera últimamente. Pero los refranes son totalmente ciertos, y tengo que aceptar que después de todo, y ante la caída de tantos paradigmas científicos y sociales, no hay mayor sabiduría que la sabiduría popular.

Durante este último tiempo reaparecieron en mi vida personas que nunca entendí por qué se fueron. Pertenecían al ámbito laboral, a mi grupo de amistades y a otro tipo de afecto más cercano, digamos casi un futuro amor o algo así. No soy rencorosa, al contrario, pero me cuesta mucho volver a abrirme y confiar, sobre todo cuando no obtengo respuesta a la pregunta que me hice en el primer momento: "¿por qué?".

Es así que sigo con mi mejor cara de tonta, esa que me sale tan bien y muchos se la creen, tratando con gente que fue ex-empleada, ex-amiga y ex-futuro-algo. Esperando una explicación que nunca va a llegar porque nunca voy a pedir. Pero que me imagino. Y como siempre imagino lo peor, sería mejor si me dieran alguna otra explicación creíble, porque no hay nada más confuso que el silencio.


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario